9/10/2010

EL CORAZÓN DE UN PÁJARO

PALABRA Y VISUALIDAD

El hilo, y la acción de hilar, contienen una calidad simbólica referida a una acción creativa y de vida. Presentes en muchos mitos, leyendas y cuentos, asociado con hadas y brujas (las parcas son hilanderas), pero también sirviendo de nexo o salvavidas, es uno de los símbolos más antiguos, asociado también al cabello. Indica conexión, sea cual sea el plano en el que aparezca: espiritual, biológico, social, etc., y tiene la virtud de ser identificado con estas instancias por la intuición inmediata.

Nereida Apaza ha encontrado en este elemento, el instrumento adecuado para emprender la expresión cabal de una larga travesía introspectiva.

Esos cabellos que parecen prolongarse al infinito, por momentos gobernando la itinerancia de sus personajes, o enredados y apelmazados en laberintos imposibles, como masas-obstáculo que forman una nube oscura, o metaforizados en los cordones que llevan la energía a sus máquinas imaginarias, como un cable a tierra entre la imaginación, el sueño y la realidad.

Hilo que domina y utiliza, a modo de lápiz o pincel, para ilustrar narraciones y espacios de la niñez, a la vez que asoman las nuevas instancias de enfrentar su condición de mujer.

Hasta aquí los elementos de la realización.

Dibujo, pintura y aguja que lleva el hilo. Coser y bordar. Afianzar y atrapar la imagen, encadenándola a la tela y fusionando lo entramado – complejo y casi oculto – con este lazo vital al que dirige y obliga.

Junto a las imágenes así delineadas, la palabra instala su peso, para que no haya duda sobre la significación deseada.

Palabra y visualidad ejercidas con estructura poética. Porque también existe en toda esta construcción, un componente poético deseado, quizás el “corazón de un pájaro”.

Apaza acude a la palabra para completar el sentido, no como un adjetivo accesorio, sino como otro elemento constitutivo de cada una de las obras.

Sea como título o como componente igualitario, el verbo aparece y se instala, también dibujado o bordado.

El resultado es un largo despliegue de un mundo íntimo. Un diario de la memoria recreada, presente en estos libros de artista que la autora desea compartir e invita a enriquecer.

Entre exorcismo y análisis conmovedor, oscila entre la crítica y un cierto reproche hacia lo real vivenciado. Sentimientos encontrados que buscan perpetuar, retener, guardar y, a la vez, abrir la puerta de la jaula y ofrecer su canto al aire.

Lima, agosto 2010

ÉLIDA ROMÁN









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