MIGRANTES
Exposición Artística Multidisciplinaria
REGENERANDO LAZOS PERDIDOS. Tránsitos artísticos entre Arequipa y Puno
Gabriela Germaná / Historiadora de arte
Hacia mediados del siglo XX una gran crisis en el sector agropecuario afectó a todo el país, dando inicio a las grandes migraciones del campo a la ciudad. Puno, que basaba su economía en el trabajo de la tierra, fue uno de los sectores más afectados. Siguiendo rutas de circulación establecidas desde épocas prehispánicas y remarcadas por el desarrollo comercial y cultural durante el virreinato y el siglo XIX, los migrantes puneños se dirigieron principalmente a la ciudad de Arequipa, espacio que para entonces basaba su economía en la industria y que no se vio afectada por la crisis.
El establecimiento de un conjunto numeroso de pobladores foráneos no es un proceso fácil para una urbe, no sólo por la infraestructura y los servicios que muchas veces resultan insuficientes, sino porque los migrantes transforman los hábitos y estilos de vida del lugar donde se asientan. En Arequipa, como en Lima y otras ciudades del Perú, uno de los primeros cambios fue la configuración geográfica de la ciudad debido a la invasión por parte de los migrantes de amplias extensiones de tierras eriazas para construir precarias viviendas. Asimismo, ante la incapacidad del Estado de generar programas de desarrollo a la medida de las nuevas necesidades, los migrantes se organizaron para satisfacer sus urgencias de supervivencia y de reconocimiento social, creando estructuras paralelas basadas en los modelos culturales de sus lugares de origen.
El resultado a lo largo de varias décadas es una fuerte influencia en la creación de una nueva y particular forma de modernidad, que responde a la adaptación y recreación de la cultura popular, producto de un diálogo permanente y dinámico, no exento de contradicciones, entre las distintas tradiciones regionales y las más recientes manifestaciones de la cultura cosmopolita occidental.
Nereida Apaza Mamani, Raúl Chuquimia Ramos, Daniel Gallegos Esquivias y David Villalba Quispe, son cuatro jóvenes artistas nacidos en Arequipa, algunos hijos de migrantes puneños, que como muchos hijos de migrantes, transitan entre dos ejes: su condición formal de ciudadanos arequipeños y la búsqueda simbólica de sus orígenes en el Puno natal de sus padres. Su obra recorre los mismos espacios: formados en la Escuela Superior Pública de Arte Carlos Baca Flor de Arequipa, su producción artística camina por los linderos del lenguaje artístico europeo-occidental, desde el más tradicional hasta el más contemporáneo, mientras a través de sus contenidos buscan aquellos elementos en los que pueden reconocer los aspectos que los conecten con el Puno más simbólico.
Nereida Apaza a través de un delicado trabajo de bordado hace referencia a los componentes más significativos, en relación a su experiencia personal, del paisaje puneño; y a través de una instalación, un homenaje a las polleras que visten las mujeres puneñas y que ella ya no vestirá. Raúl Chuquimia parte de las máscaras, objetos que en Puno revisten especial importancia, sobre todo en la gran fiesta de la Virgen de la Candelaria, haciendo énfasis en la transformación que su uso implica, y que, de este modo, se relaciona con la nueva identidad que muchas veces deben adoptar los migrantes. Daniel Gallegos elabora su obra con ichu, pasto característico de las alturas de Puno, con el que realiza una instalación en el mismo lugar donde éste crece, reivindicando de esta manera el entorno natural en su conjunto. Finalmente, David Villalba, desde un marco más conceptual, trabaja la imagen del campesino y su construcción en función de una serie de prejuicios, paradigmas e intereses que han dominado en la historia del Perú.
Puno y Arequipa han estado estrechamente relacionados a lo largo de toda su historia. En tiempos prehispánicos los reinos altiplánicos se extendieron hasta la costa para aprovechar los recursos de los distintos pisos ecológicos; más tarde, durante la época virreinal y hasta el siglo XIX, importantes rutas comerciales unieron estas dos ciudades con el consiguiente desarrollo cultural y artístico, que tuvo características propias para toda la región sur andina. El “estilo mestizo” virreinal, las arte populares del siglo XIX, el movimiento indigenista y la fotografía de inicios del siglo XX de esta región, son los más resaltantes ejemplos del intercambio constante de conceptos e imágenes entre las ciudades.
El conjunto de obras de la presente exposición nace en el ámbito urbano arequipeño, desde el cual sus creadores ubican una serie de elementos que identifican como parte de su identidad puneña, y que reelaborados son plasmados en las obras. A partir de ello, en una búsqueda de carácter personal, buscan mantener los lazos con su pasado. Pero el camino que este proyecto traza, presentando la exposición en Puno, vas más allá: regenera desde el ámbito de la contemporaneidad artística lazos perdidos del importante espacio social y cultural sur andino, tendiendo nuevos puentes para la integración de una región.